La coca es un plato tradicional en toda la cuenca mediterránea. Su origen se pierde en el tiempo, aunque se cree que surgió a partir de la masa que sobraba al preparar el pan. Las amas de casa la aprovechaban, le daban una forma plana para cocerla e incluso le añadían azúcar. Después, se servía al final de las comidas.
Hay cocas de muchos tipos y tamaños. Según Eliana Thibaut i Comalada, una autoridad indiscutible en la materia: «Su característica reside en la extrema variedad de la presentación.» (Les coques catalanes, Edicions Proa, Barcelona 1995). Normalmente, se clasifican en dos grandes familias: dulces o saladas y abiertas (planas) o tapadas. No es necesario añadir que la gran mayoría de las recetas son de cocas abiertas, sean dulces o saladas. En Cataluña, la Comunidad Valenciana y las Baleares, se preparan todo tipo de cocas y con todo tipo de productos (vegetales y animales), que incluyen ingredientes tan dispares como pescados o embutidos.
Los dulces, como la coca masegada tradicional de Andorra, se asocian a motivos festivos y celebraciones populares: Pascua, Navidad, Reyes (el roscón no deja de ser un tipo de coca) y, por supuesto, la coca de San Juan con la que se celebra el solsticio de verano. En cambio, hay países, como Italia, en los que este manjar no tiene ninguna connotación festiva ni religiosa.
En resumen, la coca es un manjar popular y básico de nuestra cocina, que no distingue entre ricos y pobres. Por ello, os invitamos a disfrutar de nuestra coca masegada cuando vengáis a Andorra.