La combinación de la colmenilla (conocida como "murga" en Andorra) con la carne de cerdo (butifarra cruda) es un buen ejemplo de la adaptación de los manjares a cada territorio.
Las colmenillas son un tesoro preciado tanto para los cazadores de setas como para los gastrónomos. Para los primeros por el reto que supone recogerlas, ya que son difíciles de encontrar y, por si fuera poco, de un año a otro no salen al mismo lugar. Y, para los segundos, por su aroma profundo y delicado y el toque dulce de su sabor. Todo ello hace que sean un manjar exquisito que, si hay, ocupa un lugar destacado en las cartas de los restaurantes.
Como están vacías por dentro, el relleno es más sencillo, y se adapta a cada región y/o cocina de los países donde se prepara. Sin embargo, su uso culinario va mucho más allá. Las podemos encontrar rellenas con butifarra, como en el caso de la receta que os presentamos, o con foie gras. Y también saltadas como acompañamiento de una carne, en una crema, con pasta o en huevo revuelto, por poner solo algunos ejemplos.
Al ponerte a cocinar, recuerda que, como siempre que se cocinan setas, hay que seguir la receta al dedillo. Hay que cocinar bien las colmenillas, ya que son tóxicas si están crudas.